Tras el triunfo, el desafío
- jzalles3
- 16 abr
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El Domingo 13 de abril, el Ecuador mostró a América Latina, nuevamente y después del rechazo argentino al kirchnerismo, que existe un camino a nuestra liberación. Quedó ratificado, contra muchos pronósticos, y no obstante una feroz arremetida contra la limpieza de los comicios, que no estamos todos condenados a caer en las garras del Socialismo del Siglo 21.
Debemos felicitar y agradecer a muchas personas: a los más de 40 mil observadores que en cada recinto y cada mesa electoral impidieron que se intente fabricar un fraude; a quienes ayudaron a prevenir una interferencia electrónica que cambie los resultados; a los muchos miles de electores facultativos, tanto adultos mayores como jóvenes, que fueron a votar aunque no estaban legalmente obligados a hacerlo; y obviamente, al candidato presidente, su binomio y su equipo, que llevaron adelante una excelente campaña.
Por legítimos motivos, celebramos anoche, y hoy nos levantamos con ánimo renovado.
Pero no debemos dejar que la satisfacción nos adormezca.
Casi la mitad de los votantes expresó su preferencia por una candidata que nos prometió, sin ambages, llevar al Ecuador a lo que hoy son Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Casi la mitad de los votantes nos hizo saber que no rechazan la posibilidad de que nos gobierne otra vez la mejor estructurada organización criminal que el Ecuador jamás ha conocido.
Casi la mitad de los votantes nos envió el mensaje de que sus fortunas mal habidas, sucolosal corrupción, su robo descarado de los dineros de los hospitales, de las escuelas, de la reconstrucción post-terremoto no descalifican a los ladrones.
Casi la mitad.
Gracias a varios factores importantes, nos volvimos a salvar de lo que habría sido el triste absurdo de regresar al poder a nuestros propios verdugos.
Pero no estamos a salvo.
El desafío de fondo, que sigue siendo el mismo, y que el triunfo electoral del 13 de abril no cambia en lo más mínimo, es enfrentar las causas por las cuales no estamos a salvo. Tenemos una enorme masa de ciudadanos que no valoran la libertad y, al contrario, le tienen miedo; que creen que es digno vivir a costilla de los demás en un puestito logrado por influencia política o por el pago de un diezmo; que consideran que la evasión tributaria es ejemplo aplaudible de viveza; que no creen que está mal cometer actos moralmente indefendibles como el robo en la función pública o el abuso del más débil.
Y tenemos esa enorme masa de ciudadanos, que en algún momento futuro pueden ser la mayoría y llevar al poder a otra Luisa, por motivos claramente identificables. Los criamos y educamos para que no piensen, y para que más bien busquen alguien – un Correa, un Castro, un Chávez, un Maduro – que ofrezca pensar por ellos y resolver todos sus problemas, y a quien, en contra de todas las evidencias posibles, le creerán porque quieren creerle. Y los hacemos así con sistemas de crianza y educación atroces, a carajazo y correazo, infundiéndoles no la voluntad de pensar y de asumir responsabilidades sino miedo, miedo y más miedo. Les decimos que son malos por naturaleza e incapaces de crecer y cambiar. Los dejamos, sin combate ni resistencia, a que sigan creyendo las dos más grandes falsedades propaladas por Marx y Engels: que la lucha de clases es la condición natural de las sociedades humanas, y que el capitalismo es inevitablemente e intrínsecamente explotador. Seguimos estimulando el autoritarismo, sin siquiera ser conscientes de ello, con nuestra marcada tendencia a pretender ser dueños de la verdad – cualquier verdad. Y, presas de la milenaria ilusión de que son los gobernantes los únicos responsables de arreglar las cosas, no asumimos nosotros, los miembros de la sociedad civil, la responsabilidad de mejorar nuestras sociedades.
Claro que celebro el triunfo de Daniel Noboa y la derrota en las urnas de los peligros que representa Luisa González. Pero es una victoria solo política, que nos abre un respiro, por supuesto bienvenido, pero temporal, y en el fondo superficial. No es el cambio cultural profundo que nuestras sociedades requieren. No es siquiera el comienzo de ese cambiocultural profundo, en contra del logro del cual la victoria política puede incluso llevarnos,porque, repito, la satisfacción del momento nos puede adormecer.
Está en proceso de preparación para próxima publicación por Unión Editorial (Buenos Aires, México, Madrid) un nuevo libro mío titulado ¡Liberémenos! Basta de lamentos, politiquería e indolencia civil. Profundizo en el subtítulo: Basta de lamentos, porque son lo único que muchos entre nosotros se limitan a emitir … ¡Ay! ¡que terrible, qué deterioro, qué horror! … sin ninguna clara propuesta de qué debemos hacer al respecto. Basta de politiquería, que es en lo que caemos si seguimos y seguimos limitándonos a solo entusiasmarnos con una nueva victoria política sobre las fuerzas del mal, cuando casi la mitad de nuestros conciudadanos siguen queriendo imponérnoslo. Y basta de la indolencia civil de pretender que el Estado o el Gobierno deben liberarnos de la viveza criolla, la irresponsabilidad, la corrupción y el abuso de todo tipo. ¿A quién le toca cambiar cómo criamos mal, educamos mal, toleramos el mal y nos hacemos los desentendidos? A todosnosotros … sí, lector, lectora, a Usted, a mí, y a todos quienes estamos celebrando los resultados de las elecciones del 13 de abril.
¿Cómo cambiar profundamente, radicalmente (que significa “de raíz”) las condiciones tandañinas y peligrosas en las que viven nuestras sociedades latinoamericanas desde hace siglos?
Propongo que podemos cambiarlas impulsando una transición del dominio en nuestras sociedades de un conjunto de paradigmas perversos al dominio de otros, altamente positivos:
Paradigmas positivos Paradigmas perversos
que debemos hacer dominates que debemos desterrar
Un paradigma-maestro:
Honrar la dignidad de todo ser humano
Paradigmas que inciden en la formación de niños y jóvenes:
Formación liberal Crianza y educación impositiva
Formación liberal No se debe cuestionar a los padres
Aceptación de incertidumbres y diferencias Hay solo una respuesta “correcta”
El lobo bueno y el lobo malo Somos malos por naturaleza
Infinita capacidad de crecimiento Somos incapaces de cambiar
Liderazgo adaptativo Necesitamos “tutores” y “guardianes”
Paradigmas referidos a las relaciones sociales:
Sociedades civiles vigorosas y capital social El gobierno es responsable de todo
Cooperación y movilidad social La permanente lucha de clases
El capitalismo crea riqueza El capitalismo es siempre explotador
La identidad planetaria La identidad grupal antagónica
¿Quiere Usted contribuir? ¿Acepta el reto?
En la Tercera Parte de mi libro ¡Liberémonos! presento una detallada propuesta de acción cívica que gira alrededor de una fundación, Acción Cívica para el Cambio, ACC, que hemos fundado mi esposa María Antonieta y yo, y que tiene definidos cuatro objetivosiniciales: (1) Desarrollar un sistema de masiva movilización del cambio de paradigmas, del dominio de los perversos al dominio de los positivos. (2) Promover un sistema simple a través del cual quienes consideramos que no deberíamos beneficiarnos de los subsidios al gas y a los combustibles podemos renunicar a ellos. (3) Organizar un sistema a través del cual personas, familias, empresas del sector privado podemos Adoptar a una Escuela, concepto que nació en el gobierno del Presidente Guillermo Lasso y que consideramos importante replicar y extender, y (4) Organizar un sistema a través del cual podemos, asimismo, Adoptar a una Posta Médica Rural.
¿Quiere contribuir?
Si es así, vaya por favor pensando en cómo quiere hacerlo y cómo piensa que puede hacerlo, involucrándose en la ejecución de una o más de las actividades que promoverá ACC, y más adelante, en otras que Usted mismo u otros puedan proponer.
Y una cosa más: creo que la primera barrera a lo que busco promover son las muy ampliamente difundidas ideas de que “así somos”, “no podemos cambiar”, “los problemas son culturales” y “¿qué puedo hacer yo?”
¿Así somos? ¿Incapaces de asumir responsabilidades? ¡No! Solo pensemos en los miles de adultos mayores que asumieron la suya el 13 de abril, y honremos sus esfuerzos.
¿No podemos cambiar ? ¿No puede Usted cambiar sus propias creencias, actitudes y acciones si llega a la honesta conclusión de que deben cambiar? ¿Y no puede luego estimular el cambio en las creencias, las actitudes y los comportamientos de otros a su alrededor? ¡Claro que puede!
Sí … son realidades culturales. Pero nuestra cultura colectiva puede cambiar. ¿Cómo? Una persona a la vez.
¿Y qué puede hacer Usted? Pues … podrá participar de muchas maneras en el fascinante proceso de inducir la consciente modificación de los paradigmas dominantes en nuestras sociedades, trabajando con la escuela, el colegio o la universidad de sus hijos o nietos, apoyando a ACC en organizar talleres de reflexión en la empresa de la cual es accionista, funcionario o empleado, averiguando por qué afirmo que las ideas de Marx y Engels son falsas – no simplemente que no estoy de acuerdo con ellas, sino que son demonstrablemente falsas – analizando la dinámica del autoritarismo tan enraizado entre nosotros, etc., etc. y, sea el tema que explore, conversando con otros al respecto y fomentando la reflexión.
O podrá organizar un grupo de familia o de amigos que adopte a una escuela o a una posta médica rural.
O, en acto tal vez solo simbólico, pero aún si solo eso, importantísimo, podrá unirse a los que al principio seremos unos pocos que renunciaremos a los subsidios al gas y a la gasolina, y a quienes seguramente nos tildarán de ilusos, de quijotes y de quién sabe qué más.
Si de verdad quiere participar en la acción cívica para el cambio, sin duda encontrará la manera de hacerlo.
Quito, 16 de abril de 2025
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