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Conversaciones transformadoras

  • Foto del escritor: jzalles3
    jzalles3
  • 23 abr
  • 6 Min. de lectura


En todas las sociedades, incluidas las nuestras en América Latina, existe una multiplicidad de colectivos, asociaciones, fundaciones y corporaciones a través de las cuales miles y miles de personas de buen corazón y buena voluntad brindan apoyos y servicios gratuitos muy diversos a personas que necesitan ayuda.

 

Conozco muy de cerca un caso específico, la Fundación de Damas Voluntarias del Hospital Pediátrico Baca Ortiz de Quito, de la cual mi esposa María Antonieta es miembro desde hace muchos años y actualmente presidente. La labor que realiza este grupo de 40 excelentes personas hace una diferencia extraordinaria en las vidas de los niños hospitalizados y de sus familias, con el generoso apoyo de numerosas otras personas, instituciones y empresas.

 

Como ésta hay muchas, muchas fundaciones y sociedades en Quito y en todas nuestras ciudades. De hecho, es antigua en el Ecuador la tradición de acción benéfica, a la cual se dedican instituciones de gran prestigio desde hace por lo menos siglo y medio. Menciono a solo tres de las más connotadas. La Sociedad de Beneficencia de Señoritas de Guayaquil, fundada en 1878, mantiene 6 escuelas en las quebrinda educación a unos 6.000 niños. La Junta de Beneficiencia de Guayaquil, fundada en 1888, trabaja muy amplia y efectivamente en las áreas de salud, educación, hogares y servicios funerarios y apoya la labor social de muchas otras fundaciones en todo el Ecuador. Desde su fundación, ha beneficiado a más de 6 millones de personas de escasos recursos en todas las regiones del país. La Sociedad de Lucha Contra el Cancer del Ecuador, SOLCA, fundada en 1951, ha brindado su valioso apoyo a miles de pacientes y sus familias en sus más de 70 años de existencia.

 

Al mencionar a solo cuatro conocidas fundaciones, tal vez cometo una injusticia con las muchas, muchísimas - no tengo ni idea de cuántas - sociedades, fundaciones y otrasinstituciones que brindan ayuda a miles y miles para afrontarlos problemas y las angustias que la vida les ha traído.

 

Somos afortunados quienes contamos con razonable tranquilidad cuando se enferma o tiene un accidente un ser querido, y en un nivel aún más básico de necesidades, tenemos un techo seguro y el pan de cada día. No todos son igualmente afortunados. A junio de 2021, probablemente sin mayor variación hasta la actualidad, los porcentajes de pobreza y pobreza extrema en el Ecuador eran los siguientes:


 

​​Pobreza Pobreza

Extrema

 

- Todo el país​ 32,2%​ 14,7%

- Zonas urbanas​ 24,2%​ 8,4%

- Zonas rurales​ 49,2% 28,0%

 

 

Un tercio de toda nuestra población y la mitad de nuestra población rural vive en la pobreza, es decir, apenas en capacidad de cubrir sus necesidades básicas. Cuando uno de sus hijos se cae de un tercer piso, es atropellado por un vehículo o pateado por un caballo, cuando una de sus hijasse quema al derrarmarse aceite caliente o es diagnosticada con cáncer, cuando entre ellos nace una criatura con deficiencias cardiacas, un tercio de toda nuestra población y la mitad de nuestra población rural no tiene cómo hacer frente a la emergencia, y el Estado tampoco tiene los recursos necesarios para apoyarles adecuadamente. Son las fundaciones, asociaciones y sociedades benéficas las que intentan paliar las consecuencias de esa pobreza y de la insuficiencia de servicio estatales. Por ello, merecen profundo reconocimiento y universal agradecimiento.

 

Sin embargo, hay un legítimo “pero”.

 

No deberíamos tener esos índices de pobreza y de pobreza extrema. No deberíamos vivir en una sociedad que no satisface las necesidades más elementales de grandes segmentos de su población, con un Estado obeso y desfinanciado que no cumple son sus responsabilidades esenciales. No deberíamos aceptar que sigamos así de generación en generación, con enormes … repito enormes… porcentajes de nuestros conciudadanos atrapados en la pobreza y, cuando enfrentan algún angustioso problema, atrapados también en la imperiosa necesidad de pedir auxilio y caridad.

 

Y seguimos así porque seguimos dejando la responsabilidad de resolver nuestros problemas sociales a los políticos, a la mayoría de quienes no les interesa resolverlos; seguimos aceptando un manejo irracional de las finanzas públicas que mantiene en cargos públicos a cientos de miles de personas que hacen poco o nada pero cobran sueldos, y que mantienesubsidios que, aunque nos benefician en una migaja a millones que no las necesitamos, benefician enormemente a unos pocos sinvergüenzas que contrabandean combustibles en las fronteras y en Galápagos; porque entre nuestros parientes y amigos hay un buen número de evasores tributarios y de corruptos; porque nuestro sistema laboral es tan favorable para el mediocre y el vago que, aún si cometen un robo, se hace casi imposible despedirlos; porque, como consecuencia de todas esas taras sociales, los niveles de inversión privada nacional son bajísimos y los de inversión extranjera paupérrimos, y por ello seguimos, año tras año, década tras década, con altos índices de desempleo y subempleo y con zonas enteras del país donde la única actividad productiva parece ser la delincuencia.

 

No deberíamos seguir aceptando todo eso, y mucho más.

 

Nuestra consciencia social no debe limitarse a acciones paliativas. Si así se limita, puede entenderse que aceptamos, resignados, que un tercio de nuestra población total y la mitad de nuestra población rural viva en la pobreza, que el Estado sea ineficaz e ineficiente, que los contrabandistas y los corruptos sigan haciendo su agosto, y … bueno … que así nomás somos, y así nomás son las cosas.

 

No debemos aceptar nada de eso.

 

Debemos ampliar nuestra consciencia social para que, a la generosa acción paliativa que reconozco y agradezco, agreguemos acciones transformadoras cada vez más vigorosas. No en lugar de, sino además de las paliativas, y con miras a que éstas sean cada vez menos necesarias.

 

No planteo …absurdo sería … que la acción paliativa desaparezca: es razonable anticipar que siempre habrán personas quienes, por diversas circunstancias – orfandad, viudez, enfermedades, accidentes, catástrofes - se encuentren real y efectivamente desvalidas. Y es totalmente razonable que estemos todos preparados para ayudarles. Nada de ello niega, sin embargo, la crucial importancia de generar mejores condiciones sociales, económicas y políticas quebrinden cada vez mejores oportunidades de crianza, educación y empleo digno y productivo, y liberen a la vasta mayoría del riesgo de terminar desvalidos o, por estar sicológica y emocionalmente subdesarrollados, de volverse abusivos de la generosidad ajena.

 

¿Cómo podemos, cada uno de nosotros, tranformar a nuestra sociedad?

 

La manera que está más al alcance de la mayoría de nosotros es criar y educar a nuestros hijos a que sean seres pensantes, empáticos y moralmente responsables. Nuestros patrones típicos de crianza y educación pasan actualmente por la imposición de la autoridad paterna y materna, con la clásica frase “Porque soy tu Papá” o “Porque soy tu Mamá” y la idea de que se los hace buenas personas a base del castigo y del miedo a más castigo. Eso simplemente no es así. El tradicional esquema de crianza y educación genera apatía moral y falta de sentido de agencia, y son estas realidades sicológicas las que nos tienen hundidos en condiciones sociales deplorables. Al contrario, logramos que nuestros niños y jóvenes sean moral y socialmente responsables brindándoles afecto y respeto que les inducen a afimar su propia dignidad y estimula en ellos tanto la empatía como la reflexión moral, y modelando comportamientos respetuososde los demás – de todos los demás – que es el cimiento más crítico de una buena sociedad.

 

También podemos cuestionar uno o más de los paradigmas perversos hoy dominantes entre nosotros, ayudando a personas a nuestro alrededor a comprender que:

 

- no es cierto, como creen muchísimos, aquello de que“genio y figura hasta la sepultura”: al contrario, toda persona adulta que toma consciencia de sus deficiencias puede reducirlas y hasta eliminarlas, seguir creciendo, seguir volviéndose mejor persona a base de su propio y honesto esfuerzo;

 

- no es cierto que la economía de mercado y el sistema capitalista son las causas de la pobreza que nos agobia: al contrario, son el único camino disponible para eliminar la pobreza, y reducir o eliminar sus potenciales vicios también nos corresponde a cada uno de nosotros;

 

- no es cierto que la condición natural de toda sociedad es la lucha de clases: al contrario, la condición natural, salvo ocasionales excepciones históricas, es la cooperación entre estamentos sociales;

 

- no es verdad que solo el Estado, las leyes, los reglamentos y la acción policial pueden eliminar la violencia intrafamiliar y el abuso sexual de niñas por sus tíos, primos, hermanos, profesores e incluso propios padres: al contrario, la sociedad cambia un ciudadano a la vez, y es entre nosotros, los ciudadanos, que mejor podemos generar esos cambios.

 

Y si decidimos ayudar a otros a comprender que no son válidas muchas de las ideas generalmente aceptadas en nuestra sociedad, podemos reclutar a otros a que hagan lo mismo, iniciando conversaciones transformadoras.

 

 

Quito, 23 de abril de 2025

 

 

 

 

 
 
 

1 Comment


Maria del Carmen Paz y Mino
Maria del Carmen Paz y Mino
Apr 23

Gracias Jorje!

Que realidad!!!

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