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Mi esposa María Antonieta no encontraba sus llaves. Luego de buscarlas por unos minutos, las encontró, y en ese momento surgieron en mi mente, al mismo tiempo, dos expresionescomunes: “Menos mal”, y “Tant mieux”, “Tanto mejor” en francés. El contraste entre las dos dio origen a estas líneas.
Reflejando un estado mental muy común entre nosotros, “Menos mal” encuadra la situación en negativo: estamos mal, lo sucedido es malo, y luego de que encontró el llavero, seguimos mal, solo menos mal. Si hiciésemos un gráfico, la línea que representaría nuestro actual estado estaría bajo cero, y subiría, digamos, de menos 45 (-45) a menos 44 (-44). De modo absolutamente opuesto, “Tant mieux” encuadra la situación en positivo: estamos bien, y las cosas están aún mejor (tanto mejor) luego de que encontró el llavero. En el gráfico pasaríamos de +44 a +45. No hay en esto ninguna generalización estereotípica. No estoy afirmando ni que “los latinoamericanos somos negativos” ni que“los franceses son positivos”. La reflexión no va por ahí. Va por la simple afirmación deque existen expresiones cotidianas, que recogemos del bagaje cultural que nos rodea, que pueden entrampar nuestras mentes, reflejando una determinada postura actitudinal negativa o, incluso, predisponiéndonos a ella. Creo que “Menos mal” entrampa la mente de ambas maneras: refleja un ampliamente difundido negativismo, y predispone a mantenerlo.
Meditando más sobre todo esto, he identificado algunas otras de estas expresiones que entrampan nuestras mentes.
Una expresión que claramente refleja una realidad común es “Se me cayó”, como en “Se me cayó la taza de café”, que, porque la taza “se cayó” solita, implica que no tengo ninguna responsabilidad por la mancha de café en el mantel ni por la rotura de la taza. En inglés,uno diría “I dropped it”, literalmente “La hice caer”, expresión clara de que uno asume la responsabilidad de la mancha y de la taza rota. Nuevamente, no es que los ingleses o los norteamericanos sean todos más moralmente responsables que nosotros que hablamos castellano: es simplemente que las expresiones normales y cotidianas en el un idioma y en el otro reflejan posturas actitudinales diferentes frente a la vida.
Una expresión que no solo refleja una postura actitudinal sino, además, predispone a ella es “No puedo” … no puedo con las matemáticas, montar bicicleta, domar mi propia ira o lo que sea. En este caso, interesantemente – para despejar aún más la idea de que estoy haciendo una comparación estereotípica entre, por ejemplo, latinoamericanos y franceses o ingleses – el contraste más apropiado es con otra expresión en castellano. He sugerido muchas veces a mis hijos, nietos, estudiantes, uno que otro amigo, que es mejor decir “No he podido hasta ahora”. Es notable lo que refleja cada una de estas expresiones: “No puedo” refleja una alarmante realidad de muchas sociedades, sobre la cual he escrito extensamente: la generalizada ausencia de un alto sentido de agencia, o la convicción de que uno es agente principal de su propio destino y su propio bienestar. Y es tambiénnotable la diferencia que hacen la una y la otra expresión en nuestras predisposiciones. “No puedo” es punto final, ya no hay nada que hacer, y resulta razonable decir “No puedo” porque estamos frente a lo realmente imposible – por ejemplo, lanzarme por la ventana y volar moviendo las orejas. Pero no es razonable cuando enfrentamos muchos otros desafíos, frente a los cuales “No he podido hasta ahora” deja abierta la posibilidad de nuevos y mayores esfuerzos y predispone a la perseverancia, que tanto contribuye a buenos logros.
Otras dos realidades negativas muy prevalecientes entre nosotros están reflejadas en expresiones que comienzan con la palabra “Nadie”, como en “Nadie hace nada por resolver …” una infinita variedad de situaciones y problemas. No es verdad que nadie hace nada. Miles de nosotros hacemos mucho, a diario, por tratar no solo de satisfacer nuestras propias y legítimas necesidades, sino, además, por contribuir al bien común. ¿Qué reflejan, entonces, esas negativas expresiones de que “Nadie hace nada”? Propongo que reflejan dos realidades: primero, la frustración que provoca el hecho que, año tras año y generación tras generación, nuestras sociedades siguen siendo disfuncionales, desordenadas, propensas a la diversidad de males que nos aquejan desde hace siglos; y segundo, reflejan también un reconocimiento, tal vez acompañado de algún inconsciente sentido de culpa, de que “yo” no tengo sentido de agencia social y no hago nada para ayudar a resolver esos problemas: resulta más fácil no sentirme culpable de mi indolencia civil si puedo acusar de ella a todos los demás.
Luego hay la frase “Es rico” … el pisco sour, el helado de vainilla o el bacalao, o “Es rica” … la trucha o la berenjena. La frase que más claramente contrasta con éstas es “Me gusta”,pero oímos decir “Es rico” o “Es rica” todo el tiempo. ¿Qué refleja esto? Una creencia extraordinariamente nociva: que hay solo un posible gusto “correcto” … y por añadidura, solo una posible opinión “correcta” y solo una posible creencia “correcta”. “Es rico” o “Es rica” no admiten la posibilidad de que “Para mí no es rico o rica”. Es expresión sutil pero intensa de la defensa de la verdad única y de la ortodoxia. Como tal, refleja la intolerancia muy ampliamente difundida entre nosotros, que hace que muchos sean incapaces de aceptar que otros crean algo distinto de lo que ellos creen, prefieran opciones que ellos no, tengan gustos … no solo en sabores, sino en música, pintura, decoración, vestimenta, peinado … distintos de los de ellos. Y más allá de solo reflejar esa intolerancia, el uso de estas dos expresiones (“Es rico”, “Es rica”) nos predisponen a también nosotros volvernos intolerantes, a afirmar, tal vez solo implícitamente, que nuestros gustos son “correctos” y superiores a los de otros. Y tal vez no solo implícitamente: recuerdo la ocasión en que alguien me preguntó “¿Cómo te pueden gustar las frutillas?” pregunta a la cual la respuesta apropiada era “Porque me gustan”, no “Porque son ricas”.
Otra frase que refleja una tremenda realidad es “De alguna manera …”. La oigo todo el tiempo frente a gran diversidad de problemas y desafíos. “De alguna manera” tenemos que resolver; no “de esta” o “de aquella” manera clara, concreta, explícita, bien definida. Planteo que la expresión refleja el subdesarrollo sicológico de una enorme proporción de quienes nos rodean, que lleva a que no confíen en su capacidad para definir posibles soluciones y persuadir de su validez. Por contraste, una persona bien desarrollada interiormente identifica las posibles opciones para solucionar un problema, las compara analíticamente, selecciona la que considera la mejor, y la plantea.
Mi último ejemplo nos regresa a las generalizaciones grupales estereotípicas - “los latinoamericanos somos … los franceses, los ingleses, los norteamericanos son …” La expresión “Es cultural” … la impuntualidad, la corrupción, la violencia doméstica, el machismo … refleja la creencia de que quienes entre nosotros somos impuntuales, corruptos, violentos en el hogar o machistas lo somos no por falta de responsabilidad personal, sino por causas externas a nosotros. La máxima expresión de esta para mí inaceptable forma de pensar y de expresarse fue la de aquel individuo a quien alguna vez oí decir “Claro que le soy infiel a mi mujer … ¿Qué quieres que haga? … soy ecuatoriano”.Esa insidiosa frase “Es cultural” esconde tres nociones a mi juicio profundamente equivocadas y nocivas, que están detrás de las generalizaciones estereotípicas y delconcepto de “cultura grupal”. La primera, que ésta, la “cultura grupal”, es una realidad monolítica – todos los miembros del grupo la comparten … los ecuatorianos somos (léase “todos”) impuntuales … los ingleses son (léase “todos”) puntuales … etcétera. La segunda,que esa supuesta “cultura grupal” es y será siempre incambiable. Y la tercera, que, por pertenecer al grupo, el miembro individual del mismo debe adoptar lo que sea que en el imaginario colectivo es considerado característica “cultural” del grupo: si “los ecuatorianos somos” impuntuales, todo ecuatoriano “debe” ser impuntual; si “los ecuatorianos somos” infieles a nuestras mujeres … ¿qué quieres que haga?
Propongo una forma más apropiada de entender esto de “cultura grupal”. Primero, las actitudes y los comportamientos no son un fenómeno grupal (es decir, una sola actitud o un solo comportamiento de todo el grupo en conjunto). Son más bien fenómenos individuales: cada persona es puntual o impuntual, machista o no machista, corrupta o no corrupta, etc. Y segundo, en un conglomerado grupal (puede ser una familia, una institución, una comunidad, una ciudad, un país, un continente) existe una determinada distribución de las actitudes y comportamientos de todos sus miembros. Por ejemplo, en el conglomerado A, la distribución puede ser:
Siempre o casi siempre puntuales: 74%
Frecuentemente puntuales: 10%
A veces puntuales, a veces impuntuales: 6%
Frecuentemente impuntuales: 4%
Siempre o casi siempre impuntuales: 2%
Y en el conglomerado B, la distribución puede ser exactamente opuesta:
Siempre o casi siempre puntuales: 2%
Frecuentemente puntuales: 4%
A veces puntuales, a veces impuntuales: 6%
Frecuentemente impuntuales: 10%
Siempre o casi siempre impuntuales: 74%
En el Grupo A, la mayoría, el 84%, es frecuentemente, casi siempre o siempre puntual, y el 90%, la vasta mayoría, es desde a veces hasta siempre puntual. Y la distribución del Grupo B es la exactamente opuesta. Ésta es la realidad de casi todo grupo humano: una distribución estadística de las varias posibilidades. El error de las generalizaciones estereotípicas es, en el fondo, un simple error estadístico: plantean, en contra de la realidad, que TODO un grupo muestra un MISMO comportamiento … por ejemplo, 100% puntuales o 100% impuntuales. Lo correcto es describir los comportamientos grupales (la “cultura grupal”) como los he descrito en el párrafo anterior: “En el Grupo A, el 84% …” o “la distribución del Grupo B es …”
Partiendo de la premisa, establecida con toda claridad, de que no hay tal cosa como un solo comportamiento de todo un grupo, sino más bien los diversos comportamientos individuales de todos los miembros del grupo, es más que evidente que estoscomportamientos pueden cambiar, y en consecuencia puede cambiar la distribución de comportamientos (la “cultura grupal”) de todo el grupo. Cada una y uno de nosotros es perfectamente capaz de decidir si desea ser siempre, frecuentemente o a veces puntual, y de auto-regular su propio comportamiento para cumplir con su intención. Y al reconocer la posibilidad de esa elección, lanzamos al botadero de la basura intelectual eso de que, si en nuestro grupo la mayoría es impuntual machista, racista, autoritaria, violenta, abusiva ocorrupta, entonces cada uno de nosotros debe serlo, por algún mal entendido sentido de “identidad cultural” (“¿Qué quieres que haga?”). La obligación moral de toda persona no es someterse a un estadísticamente equivocado y moralmente irresponsable estereotipo. Al contrario, nuestra responsabilidad moral es poner de manifiesto nuestro sentido de agencia y cuestionarnos si las actitudes y los comportamientos, mayoritarios en nuestro entorno son razonables y lógica y moralmente defendibles; y si no lo son, rechazarlos, y hacer el esfuerzo necesario para cambiar nuestras actitudes y nuestros comportamientos.
Un buen punto de partida para la posible generación de cambios constructivos es ir abandonando aquellas expresiones que reflejan creencias y actitudes negativas y, aún peor, nos predisponen a comportamientos negativos. Cambiaríamos notablemente nuestra realidad si más y más de nosotros solo pasásemos de
“menos mal” a “tanto mejor”
“se me cayó” a “dejé caer”
“no puedo” a “no he podido hasta ahora”
“nadie hace nada” a “pocos hacen o hacemos algo”
“es rico” a “me gusta”
“es cultural” a “es responsabilidad de cada uno de nosotros”
En solo este pequeño conjunto de expresiones está recogida una parte importante del drama de nuestras sociedades, en las que cunden el negativismo, la irresponsabilidad moral, lafalta de agencia, la desesperanza, la indolencia civil, la intolerancia y la creencia de que nada de eso puede cambiar.
Quito, 6 de marzo de 2024
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